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🗣 ENTROPÍA POLÍTICA || 𝗔𝗡𝗗𝗥É𝗦 𝗠𝗔𝗡𝗨𝗘𝗟: 𝗨𝗡 𝗚𝗥𝗜𝗧𝗢 𝗗𝗘 𝗔𝗗𝗜Ó𝗦 𝗘𝗡 𝗟𝗔 𝗣𝗟𝗔𝗭𝗔 𝗗𝗘𝗟 𝗣𝗨𝗘𝗕𝗟𝗢



 ENTROPÍA POLÍTICA

𝗔𝗡𝗗𝗥É𝗦 𝗠𝗔𝗡𝗨𝗘𝗟: 𝗨𝗡 𝗚𝗥𝗜𝗧𝗢 𝗗𝗘 𝗔𝗗𝗜Ó𝗦 𝗘𝗡 𝗟𝗔 𝗣𝗟𝗔𝗭𝗔 𝗗𝗘𝗟 𝗣𝗨𝗘𝗕𝗟𝗢

Por Edgardo López Robles

Querido lector,

Desde el emblemático éxodo por la democracia de noviembre de 1991 a enero de 1992, el zócalo capitalino ha sido el escenario donde Andrés Manuel López Obrador encontró un apoyo inquebrantable. Esta plaza, que casi parece su segunda casa, ha vibrado una y otra vez con los gritos de “¡Sí, se pudo!”, “¡Presidente!”, y “¡Es un honor estar con obrador!”, reflejando el fervor de millones de mexicanos que han salido a respaldarlo a lo largo de los años. Ningún otro líder ha logrado llenar tantas veces este corazón cívico de la nación como AMLO.

El zócalo no solo ha sido testigo de protestas, marchas y celebraciones en su favor, sino que también ha visto cómo multitudes lo defendieron cuando parecía que el sistema le cerraba las puertas. Años de movilizaciones y resistencia transformaron la plaza pública más grande del país en un símbolo de lucha y esperanza para muchos. Pero esta vez, la atmósfera era distinta. Esta no era una de las tantas convocatorias para resistir o para exigir justicia; era una despedida. Y el pueblo, fiel hasta el final, no dejó que el frío ni la lluvia se interpusieran en su propósito de rendirle un último tributo. Esa noche no fue solo una celebración patriótica; fue el cierre de una época en la vida política del país, un ciclo que llevó a México hacia un nuevo rumbo. El adiós a AMLO es también el reconocimiento de que su legado no es solo de obras materiales o políticas públicas, sino de haber reconfigurado el mapa de poder, sacudiendo a las élites que por décadas controlaron el destino de la nación

Una lluvia intensa cayó sobre el zócalo capitalino, como si la naturaleza misma quisiera marcar el momento. Pero como un presagio, el aguacero cesó justo antes de que el Primer Mandatario, Andrés Manuel López Obrador saliera a dar el grito de independencia. La plaza vibraba no solo por la celebración patria, sino también por la mezcla de alegría y nostalgia que envolvía a los miles de asistentes. No era una noche cualquiera; esta vez, se percibía una despedida implícita, un adiós al primer presidente de izquierda en México. El zócalo lleno de gente humilde, clase media, universitarios, migrantes de California y Texas, mexicanos de todos los rincones de la patria, se erguía como un reflejo del México diverso que siempre ha arropado a AMLO. Sin embargo, los más notables entre la multitud eran los adultos mayores, un contingente agradecido, que ve en este hombre a alguien que no solo los reconoció, sino que les devolvió la dignidad a través de políticas sociales inclusivas. Desde los tiempos en que gobernaba la Ciudad de México, López Obrador ha tejido un lazo inquebrantable con ellos, quienes hoy forman una de las bases más fieles del obradorismo. Con el paso de los años, este romance se ha convertido en militancia. Aquellos que lo acompañaron en la lucha contra el fraude en Tabasco, en sus marchas multitudinarias, y en cada grito y manifestación, ahora acudían una vez más, pero esta vez con un sentimiento de gratitud profunda y un leve sabor de despedida. Para muchos, más que el líder, es el amigo, el que no los traicionó, el que siempre los tuvo presentes.

Hoy, millones de personas siguen a Andrés Manuel López Obrador, pero hubo un tiempo en el que solo un puñado de necios lo acompañaba, creyendo firmemente en un proyecto que parecía imposible. Ese grupo, pequeño, pero perseverante, puso la semilla de lo que hoy es un movimiento que ha tomado conciencia sobre el futuro de la patria. Es un proceso que refleja una verdad atemporal, algo que el Rabí de Galilea también expresó con sabiduría: “Bienaventurados los que vieron y creyeron, pero más bienaventurados los que no vieron y creyeron.” Esos primeros creyentes, que confiaron sin certezas, son el testimonio de cómo las convicciones profundas, cuando se nutren con persistencia y propósitos, pueden transformar una nación.

“Los grandes hombres no son aquellos que logran el poder, sino aquellos que lo utilizan para transformar el destino de los más vulnerables.”

¡Nos vemos en la próxima edición! ¡Hasta pronto!

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