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🗣 ENTROPÍA POLÍTICA ||𝗗𝗘𝗥𝗥𝗨𝗠𝗕𝗔𝗡𝗗𝗢 𝗘𝗦𝗧𝗥𝗨𝗖𝗧𝗨𝗥𝗔𝗦, 𝗡𝗢 𝗜𝗡𝗗𝗜𝗩𝗜𝗗𝗨𝗢𝗦: 𝗟𝗔 𝗘𝗦𝗧𝗥𝗔𝗧𝗘𝗚𝗜𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗡𝗦𝗙𝗢𝗥𝗠𝗔𝗗𝗢𝗥𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗠𝗟𝗢

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🗣 ENTROPÍA POLÍTICA

𝗗𝗘𝗥𝗥𝗨𝗠𝗕𝗔𝗡𝗗𝗢 𝗘𝗦𝗧𝗥𝗨𝗖𝗧𝗨𝗥𝗔𝗦, 𝗡𝗢 𝗜𝗡𝗗𝗜𝗩𝗜𝗗𝗨𝗢𝗦: 𝗟𝗔 𝗘𝗦𝗧𝗥𝗔𝗧𝗘𝗚𝗜𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗡𝗦𝗙𝗢𝗥𝗠𝗔𝗗𝗢𝗥𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗠𝗟𝗢

Por Edgardo López Robles


Querido Lector; Cuando Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de México en 2018, la nación se encontraba en un punto de quiebre. Tras décadas de gobiernos dominados por prácticas corruptas, una clase política desgastada y una creciente indignación social, muchos ciudadanos esperaban un ajuste de cuentas radical, mientras que sus críticos temían un autoritarismo exacerbado. Sin embargo; lo que ocurrió en realidad fue una transformación más profunda y sutil, un desmantelamiento estructural que está redefiniendo el futuro de la patria. En lugar de volcar su administración hacia una persecución jurídica que llenara titulares, AMLO optó por socavar las raíces del sistema corrupto. Mediante una serie de modificaciones institucionales, se enfocó en debilitar los cimientos que sostenían a las élites políticas y económicas del país. Las reformas en áreas como la educación, el aparato judicial y los programas sociales han sido herramientas claves en este proceso de transformación, erosionando la capacidad de las viejas estructuras para perpetuarse. La reforma educativa emprendida por AMLO va más allá de una simple modificación curricular; se trata de una transformación cultural que busca empoderar a millones de jóvenes a través del pensamiento crítico. Al promover una educación que fomente la reflexión y el cuestionamiento, se está preparando a una nueva generación de mexicanos que no solo serán actores pasivos del sistema, sino agentes de cambio capaces de desafiar las estructuras que perpetúan la desigualdad. A juicio de este analista, esta reconstrucción del marco educativo tendrá un impacto de mayor profundidad que la reformas al poder judicial, debido a que su magnitud no se limita a una sola institución, por el contrario, transformará la arquitectura de todo el país, desde pequeñas aldeas hasta grandes ciudades. En pocos años, cuando se empiecen a percibir los primeros resultados tangibles de esta remodelación, se comprenderá mejor su verdadero alcance. Estas dos formaciones antagónicas, con visiones radicalmente opuestas, luchan no solo por la supremacía, sino por imponer sus modelos y valores sobre la estructura del país. No debería sorprendernos que, tal como en el antiguo régimen, el grupo vencedor busque controlar el aparato estatal. Lo que estamos presenciando no es un fenómeno nuevo en la historia política: la toma del poder conlleva inevitablemente la consolidación de autoridad y la reorganización de la arquitectura, de modo que se favorezcan los intereses y objetivos de la facción que se impone. Este control no es algo que deba espantarnos o parecer ajeno a la política. Al contrario, es una dinámica inherente al cambio de poderes en cualquier esquema. Al igual que el modelo priista mantuvo su hegemonía durante décadas, el agrupamiento triunfador de esta contienda busca reconfigurar el ecosistema político de acuerdo con su visión, lo que resulta natural en todo proceso de transformación social. Sin embargo, la gran diferencia en dicho contexto es que el bando actual ha cambiado las estructuras para hacerlas más inclusivas y democráticas, y no simplemente reemplazar a los actores sin modificar el fondo del sistema. El reto está en que esa evolución se traduzcan en cambios reales que no reproduzcan las mismas prácticas autoritarias que caracterizaron en los gobiernos anteriores. Al optar por derrumbar al antiguo régimen y no enfocarse en la persecución directa de figuras públicas, AMLO demostró una comprensión estratégica del poder: las instituciones, no los individuos, son las que sustentan los regímenes y perpetúan sus prácticas. Este enfoque lo llevó a enfrentar dilemas de gran complejidad. Un ejemplo claro es su decisión de recibir al senador Miguel Ángel Yunes para asegurar la mayoría calificada en momentos clave. Aquí, AMLO tuvo que escoger entre mantener principios puros o ser eficaz en su transformación del país. Dicho tipo de decisiones ilustra un cálculo pragmático: derribar las arquitecturas políticas que sostienen la corrupción y los privilegios a largo plazo requiere maniobrar dentro del propio sistema. El legado de AMLO dependerá de cómo se perciban estas acciones. Tal vez se le recordará más por ser el Presidente que desmanteló el aparato judicial y político que por cualquier concesión hecha en el camino. A fin de cuentas, su apuesta es que la historia lo recuerde como el líder que cambió las reglas del juego, no como el individuo que fue derrotado por las mismas estructuras que buscaba transformar. La historia todavía está por escribirse, pero lo que es innegable es que estamos en medio de una batalla entre dos visiones antagónicas de México: una que busca preservar el statu quo y otra que pretende desmantelarlo desde sus cimientos. Mientras el antiguo régimen se tambalea, la pregunta crucial es si las reformas emprendidas por AMLO serán suficientes para sostener esta transformación. ¡Nos vemos en la próxima edición, hasta pronto!

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